sábado, 19 de febrero de 2011

Los peligros del monóxido de carbono

Asesino silencioso

Quizás, una de las frases más utilizadas (y menos originales) en la descripción del CO sea la de asesino silencioso. Lo cierto es que no existe una manera más sencilla para explicar porqué este gas es tan dañino. Este es un producto incoloro, sin olor ni sabor que tampoco provoca irritación ni tos. Por ende, cuando es emanado y no hay presencia de un detector, simplemente se está tentando a la muerte.

Y es que a diferencia de lo que ocurre con el gas distribuido comercialmente a los domicilios, que en caso de fuga desplaza al oxigeno provocando asfixia en las personas, el monóxido de carbono tiene un efecto absolutamente devastador sobre sus víctimas, también asfixiándolos pero más grave aún, envenenándolos.

Técnicamente, pero en palabras sencillas, el CO “ocupa el espacio” determinado para los glóbulos rojos en la sangre, que son los encargados de transportar oxígeno a las células y tejidos del organismo.

La mayor “fuente de producción” del monóxido de carbono se encuentra en los hogares residenciales, dado que la emanación se da tras el mal funcionamiento de artefactos como el calefón, hornos, calefactores y estufas, las que son alimentados por los combustibles anteriormente descritos Así, el daño que generará sobre la vida estará directamente relacionado con el tiempo de exposición y la concentración que exista del tóxico en el ambiente. De todos modos, y fuera de cualquier exageración, bastarán de tres a cinco horas de inhalación del CO para terminar con la vida de cualquier ser vivo.

Para evitar cualquier accidente, es fundamental mantener los artefactos que funcionan, principalmente en base a gas, en perfecto estado, debiendo ser revisados por personas calificadas. De todos modos, y al momento de ser utilizarlos, debe existir una ventilación que sea capaz de generar una corriente de aire, capaz de desplazar los posibles contaminantes y refrescarlos por aire fresco, constantemente.

En algunas zonas del país también se utiliza el carbón y la madera como método de calefacción, mediante el uso de braseros. Es importante que en este caso también se adopten medidas en torno a la ventilación, ya que esos productos también generan el mortal gas.

Un caso como este, ampliamente difundido en la prensa, fue el que experimentó el ciclista Francisco Corvalán y su pareja, la también deportista, Daniel Bunzli. Tras preparar un asado la fría noche del 26 de julio de 2009, decidieron temperar su hogar con las brasas depositadas en la parrilla.

Las insistentes llamadas de la madre de Bunzli a su teléfono, la mañana siguiente, lograron despertarla y salvarle la vida –aunque su estado respondía a las características de una intoxicación de este tipo, con cefaleas, mareos y deseos de vomitar- sin embargo, Francisco no resistió la exposición al tóxico, falleciendo en ese lugar.

fuente Http://www.bomberos.cl

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